La Muerte De Fidel Castro: ¡El ídolo del catolicismo ha caído!

La Muerte De Fidel Castro: ¡El ídolo del catolicismo ha caído!

(ya no se ríe)

Con la desaparición de Fidel Castro, quien llevaba el sobrenombre de “asesino en serie cubano”, sospecho que incluso más crímenes contra la humanidad en dicho empobrecido país saldrán finalmente a la luz. Eso sin duda alguna.

En el momento de la redacción, hay gente bailando y celebrando en las calles de Miami, en Estados Unidos. Claro está, son americanos cubanos que tuvieron la suerte de escapar del país ateo/católico de Castro a lo largo de las últimas décadas.

Pero por cierto, no hemos de ser tan ingenuos como para creer que todos los cubanos en Cuba realmente lamentan y se entristecen por la noticia de su muerte. En su mayoría, no solamente han sido indoctrinados sino que hay policía secreta vigilando y siguiendo cada movimiento, de manera que nadie manifiesta ni siquiera el más mínimo suspiro de alivio.

Desde el golpe de estado producido en el año 1958, muchos han sido asesinados en los llamados “gulags tropicales” de prisiones, bien por bala, bien por malnutrición o enfermedad. Como muchos otros países liberados después de una larga y cruel dictadura, la U.N.O.M.P. ha destapado, y sigue destapando, terribles crímenes cometidos en contra de personas inocentes en Chile, El Salvador, Irak, Rwanda, Guatemala y muchas otras naciones que lloran.

Con la muerte de Fidel, su hermano Raúl continúa con mano de hierro sobre esta nación reprimida, atrasando la recuperación de muchos de los restos mortales de aquellas personas desaparecidas y también el sobrio proceso de reconciliación entre el país y los fallos de su pasado.

Durante las últimas décadas, más de 1,2 millones de personas han encarado las aguas llenas de tiburones y muerte que quisieron escapar de la Cuba católico-comunista para encontrar libertad en la América del capitalismo. Trágicamente, muchos se ahogaron en tal peligroso proceso mientras intentaban escapar del campo de concentración ateo de Castro.

Hasta la fecha, han perecido más de 78.000 personas en el mar. Una cifra tremendamente alta para cualquier país del tamaño y población de Cuba.

Uno de tales casos fue el de los tres niños Lazo, quienes se ahogaron mientras trataban de escapar de la dictadura cubana.

Lo que nosotros en occidente hemos experimentado en recientes meses y años, en cuanto a millones de musulmanes y otros que quisieron escapar de los países islámicos y otros lugares, pasando por Turquía y Libia en las aguas peligrosas y por otros medios que casi se aproximan el suicidio, en búsqueda en una vida “mejor” y “más pacífica” en la Europa post-cristiana, permanece como una terrible mancha vergonzosa sobre la Cuba dinástica de los Castro.

¡Parece ser que el comunismo católico tiene más en común con el islam de lo que los medios de comunicación con sus inclinaciones liberales se atreverían a afirmar.

Aparecen publicados casos terribles como éste sobre el estado policial de Cuba en la página web del Truth Recovery Archive on Cuba.

Muchas familias huyeron en pequeñas lanchas, llantas de coche, y otros artilugios caseros para ser golpeados por buques de la guardia costera cubana o recibir bolsas de arena volcadas a botes a punto de hundirse. Tal acto era un asesinato, infringido a un pueblo inocente por marineros y milicia que se les reían en su cara.

Algunas víctimas (atadas y amordazadas) serían echadas de helicópteros, para después ahogarse lentamente.

¿Quién sabe? Quizás un día, estos hombres crueles comparecerá en el “Corte Internacional de Justicia.” ¡dudo que se reirán en aquel momento!

(Nixon, Castro e incluso un policia disfruta de la broma, pero la broma será contra ellos)

Otros dos crímenes brutales cometidos en el territorio de Cuba se tratan del caso de tres Testigos de Jehová, todos hermanos, quienes en 1980, después de la constante persecución por el Estado, buscaron asilo en la residencia del nuncio católico en La Habana. En pocas horas, tropas de alto nivel bajo el Ministerio del Interior entraron el edificio para prenderles y llevarles a unas furgonetas que les esperaban. Más tarde, serían sentenciados a muerte y no se ha oído más de su destino final. Tristemente, su madre, también simpatizante de sus creencias religiosas, pasaría un largo periodo en prisión.

En el año 1992, después de la salida, ella pediría a las autoridades la devolucion de sus restos para un entierro familiar.

Otra víctima de este duro régimen fue un joven (de 15 años de edad) con el nombre de Owen Temprana que también buscaría asilo en la Embajada Ecuatoriana. Tristemente, le esperó el mismo destino terrible que a los tres hermanos cubanos. ¿No fueron tales casos una violación diplomática de los derechos humanos?

Otras de las muchas víctimas, entre ellas, monjas católicas, profesores de escuela, estudiantes, 26 ciudadanos estadounidenses, y líderes de otras denominaciones sufrirían la experiencia de todo aquel que tenía la valentía de oponerse al régimen marxista de Castro.

Un sacerdote joven, Jaime Ortega, quien llegaría a ser cardenal en La Habana, sufriría como castigo por su oposición al régimen, unos diez meses en un campo de trabajo en el año 1965. (También tuve noticias hace algunos años de un obispo cuya sentencia era trabajar en los campos de caña de azúcar por sus declaraciones sobre los derechos humanos. Quizá era Ortega).

¡La iglesia católica nunca llegaría a excomulgar a su hijo “rebelde”!

Fidel Castro fue bautizado a la edad de 8 años y educado en el sistema jesuita. Desde entonces, siempre ha tenido una relación áspera con la Iglesia Católica.

Castro contaría entre sus héroes a Robespierre, el infame arquitecto del gran terror francés, e incluso llamaría a Jesucristo un “gran revolucionario social”.

Castro incluso admiraba una falsa interpretación de las Santas Escrituras, viéndolo como manual para una revolución abierta con el fin de avanzar los propósitos malignos del socialismo. Lo cual, sugiero, es blasfemo.

Cuando el papa realizó su viaje a Cuba en el año 1998, Castro permitió la celebración de la navidad (cancelada ya hace tiempo) para un pueblo sin ningún tipo de elección sobre su vida. Y con la muerte del papa en 2005, extrañamente Castro pidió tres días de luto para el hombre, pero nos preguntamos, ¿por qué? ¿Fueron estos dos hombres emblemáticos “hombres de un mundo único”, quizá incluso secretos admiradores el uno del otro?

El legado que deja Castro a su país, si lo hay, son los millones que escaparon de él y de su bárbaro sistema. ¡Por el contrario, pocos han buscado nadar hacia Cuba desde América para una buena vida en dicho país!

Como muchos otros tiranos, Fidel Castro murió pacíficamente en la cama, el día “Black Friday”, quizás el día más capitalista del mundo, algo irónico, ¿no?

Los medios de comunicación han informado del ostentoso (y millonario) estilo de vida sugieren que engendró 9 hijos con diferentes mujeres, y eludió con éxito más de “600 intentos de asesinato”.

Pero en el momento de la muerte, el pecado pasa factura a todos nosotros: “Porque la paga del pecado es muerte; mas el don de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23).

Cada individuo ha de estar preparado para pagar el precio de recibir a Cristo o de rechazarle.

El llamamiento de batalla de Castro: “socialismo o muerte” significaba exactamente esto para muchos de los que se opusieron a este hombre.

En el día de hoy, se espera que la amenaza de Castro con dichas palabras quede finalmente muerta y enterrada.

Pero otras personas que le sobrevivieron pueden comparecer para ser juzgados en la “Corte Internacional de Justicia”. También, será necesario instalar un nuevo cuerpo de policia civil a nivel nacional para sustituir el anterior orden corrupto.

Uno ha de preguntarse el motivo de que no hayan manifestaciones en ningún punto del mundo contra el estado policial de Cuba. Muchos se manifiestan en el Reino Unido contra la democracia y sus fallos, pero aparentemente no lo hacen en contra de Cuba y su policia militar que gobernaba para controlar cada pensamiento del pueblo.

(Compañeros de armas: el papa Francisco, el Jesuita, se reúne con Fidel Castro, educado en instituciones jesuitas)

Castro será juzgado, como lo seremos todos: “Está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9:27).

Recuerda, si mueres hoy, tu destino final será el cielo o el infierno.

No hay ningún sitio entre medio, y desde luego, ¡no existe el purgatorio!

Cada hora mueren 7.000 personas. Repentinamente, solas, y ¡muy asustadas!

Si eres nacido de nuevo, y es necesario que lo seas (ver Juan 3:3-7), no has de temer la muerte. Por otra parte, en caso de morir sin Cristo, según Mateo 13:50, muchos serán lanzados “en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes”. ¡Qué futuro tan terrible espera a las almas perdidas! ¡Una morada sin fin de dolor y castigo! Casi imposible comprenderlo, ¿verdad? Pero ¿sabes? Es la verdad.

El pecado más grande de Fidel Castro, creo yo, era no creer en el Salvador Jesucristo. Incluso lo hizo a su imagen y semejanza, formando en su mente un dios falso, solamente para satisfacer sus propias ambiciones políticas y mentiras. Era católico de boca para fuera, pero esta religión no podría salvarle, ni nunca le podría salvar.

En las últimas horas de vida, yo oraba por él, que pudiera arrepentirse de sus crímenes y pecados con una tristeza genuina y pudiera buscar el perdón por todas sus actos y palabras crueles. Pero el desenlace final no puedo saberlo.

“Condenadme… No importa… La historia me absolverá”, dijo Castro una vez con ligereza. Pero “Dios no puede ser burlado” (Gálatas 6:7).

Yo también fui un pecador que merecía morar en la fosa más oscura del infierno. Sin embargo, debido a lo que Jesucristo sufrió hace 2.000 años en mi lugar, puedo decir con seguridad y paz que soy salvo. Amén y amén. Mis queridos lectores, tras leer esto, más importante aún: ¿eres salvo?

Olvida a Fidel Castro y dónde está ahora. ¿Cuál será tu destino final? ¡Piénsalo, te ruego! Y escríbeme unas líneas para contármelo.

Referencias

Información tomada de la página web de Truth Recovery Archive

Fidel Castro, Volker Skierka

 

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Noviembre de 2016

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